El arte y el cuerpo 7/1/2019
Silvia Albuixech artista plástica
Arte abstracto

El arte inaugura una relación clandestina con el cuerpo, hay algo secreto que se relaciona entre la persona y la obra, que va más allá de las perspectivas del espectador, el arte suele impactar de forma oblicua y misteriosa, los artistas plásticos proponen, el cuerpo dispone.

Se sabe que Salvado Dalí, solía pintar desnudo, untado el cuerpo con sustancias para que la incomodidad de los insectos revoloteando, tocándolo, caminándole por el cuerpo le provocaran una especia de inmersión mística que volcaba en la pintura, de hecho en algunos de los tantos textos biográficos del pintor, se dice que bajo el relieve de algunos colores en sus telas, podría encontrarse todo tipo de insectos, y mismo las hormigas, con simbólicas en sus obras.

El diálogo entre el arte y el cuerpo es motivo de inspiración en búsqueda de la experiencia sensorial, no sólo con los ojos, sino con el tacto. En artículo anterior, Arte sonoro, expreso una reflexión sobre la relación entre el sonido y el arte, pero la palabra “tocar”, como expresión para emitir sonidos con instrumentos deja en claro que oír es sentirse tocado, la forma rigurosa de la oreja, los delicados órganos internos del oído se perciben como el tacto del arte.

La relación del cuerpo con el arte, no es meramente tacto, sino también forma, material, sustancia; hay artistas reconocidos por utilizar el cuerpo como instrumento, además de cómo lienzo.

El uso de los dedos es un recurso casi obligado, pero otros aspectos del cuerpo no parecen tan obvios, el pintar desnudo es una consustanciación que algunos artistas reconocen como el acto supremo del arte, involucrar el cuerpo más allá de la textura del líquido que se usa para pinta, el cuerpo como pincel, como sentido y significado.

Lucian Freud, era conocido por su adhesión al surrealismo, que por otra parte, aunque Dalí fuera expulsado de ese movimiento y significó más para esa forma expresiva del arte que cualquier otro de sus cultores, comenzó a pintar retratos, podría decirse que pintar el cuerpo es un impulso ineludible que lo llevó en un camino inverso, curioso, desde el detalle y perfeccionismo con que encaró pintar el cuerpo, se soltó en una paleta tendenciosas a la exageración en el color del tono de piel y en las angulosidades con texturas sensuales e hipnóticas.

Para pintar cuerpos, para trazar sus relieves, honduras, imperfecciones, tal vez, la desnudez propia frente a la mirada, es otra forma de poner el cuerpo en intimidad con la textura, usar el cuerpo para ver, o usar el cuerpo para pintar, parecen metáforas que se transponen entre sí.

Desligarse de las ataduras al cuerpo, es un gesto de desligarse de la sujeción de la mirada ajena y de los límites, hay artistas que colocan el cuerpo para impresionar sobre la tela, hay artistas que ponen el cuerpo, bajo la mirada, el hecho pictórico, o el hecho artístico es imperativo y empuja al espectador a complotarse con la obra, bajo ese influjo único y perfecto con que el artista sabe establecer, entre la obra y la propuesta, un universo intenso de magnitud perturbadora.

La obra de Freud, se describe como cuerpos flácidos, que perturban al observador de una manera procaz, provocativa, y en cualquier caso imposible de ignorar.

Acaso el arte convoca al cuerpo más allá de sus límites, ya sea entrando en el laberinto de la oreja, entre las cavernas de la pituitaria, o entre los mismos poros, como los insectos que de Dalí.

 





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