Hay un antes y un después en el negocio de los bienes raíces, después de la burbuja inmobiliaria, el producto de las inmobiliarias, las propiedades, se han vuelto comodities de riesgo en algunos países, si algo ha demostrado la globalización es que el problema en un lugar geográfico se propaga a otros, porque las economías de los países ya no son tan independientes unas de otras.

A raíz de ello, la imaginación en las propuesta pasa a formar parte del capital de la empresa inmobiliaria, la predicción económica, se ha vuelvo impredecible, la mejor manera es trabajar con convenios flexibles que beneficien o mejor, protejan, ambos lados de la operación, comprador, vendedor.

En el mundo ya se habla de outlet inmobiliario, implica reunir capital detenido y presentar propuestas a clientes de larga data; en vez de intervenir con publicidad, marketing e incluso difusión, las empresas inmobiliarias que han registrado, convenientemente, sus operatorias, están en capacidad de detectar entre sus clientes habituales o históricos, aquella propiedad o inmueble que podría interesarle, e incluso el costo que se puede involucrar en la operación, habida cuenta del ahorro en los demás rubros, incluyendo el de la búsqueda del cliente apropiado.

En la era de la tecnología, cuando se tiene acceso a los datos, queda pendiente el poder procesarlos y adecuarse a la búsqueda del cliente adecuado. En esa dirección, los bienes inmuebles cuentan  con un amplio estatuto de ofertas, ya que los inversores aportan al proceso, cuando un inversor está interesado en determinado negocio inmobiliario, tiene datos que las inmobiliarias no deberían desconocer; y en todo caso, la habilidad de la empresa inmobiliaria convoca a un nuevo tipo de agente inmobiliario, el que no sólo conoce su producto y sabe cómo venderlo, sino también, el que trae nuevos negocios, nuevas estrategias, y sabe implementar procesos de búsqueda entre datos que en otro contexto podrían no tener significado.

Las tecnologías están disponibles, luego, las estrategias son cada vez más eclécticas, en Europa, el fenómeno aporta que los bienes raíces, los inmuebles, no sólo están en manos de inmobiliarias, sino en bancos; que debieron entrar al negocio cuando se vieron con el amenities de propiedades en vez del dinero que esperaba, y que es su producto principal.

Actualmente hay muchas formas de acceder a la propiedad; en Argentina hay pocas posibilidades en tanto las instituciones bancarias operan a un nivel de adquisición muy por encima de la media de la población, por lo que el negocio está circulando entre financieras privadas, en esa dirección, lagunas inmobiliarias han afrontado la situación cubriendo los aspectos más importantes en la operatoria inmobiliaria: constructora de inmuebles y la financiación; asesoramiento de los procedimientos bancarios, los cliente se convierten en socios de una operatoria, como la cubrir todas las condiciones que complican el proceso de adquisición.

Vivimos en transición, pero no solamente económica, sino en geografías, con un producto inmueble que se convierte en mueble por el mero hecho de convertirse en un tipo de moneda; como una ironía, mientras la criptomoneda es un valor de ·creencia, el inmueble es un valor inmueble, real, pero con el mismo movimiento que la criptomoneda, en el mundo globalizado la transferencia de valor, es una transferencia de poder adquisitivo, sin embargo es significativo que las transacciones de criptomenda aun no se transfiere a la transacciones inmobiliarias. El bien inmueble, la realidad, sigue siendo el verdadero atractivo para inversiones.

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