Entre operatorias en proceso de conversión permanente, hay normas en las inmobiliarias serias, algunas normadas, otras éticas, en la mayoría de los casos entre ambas se construye la característica más importante para el  quiere intervenir en el sector inmobiliario, la confianza.

Dentro de los diferentes medios de formación, la orientación ética no parece un ítem común, pero es necesario que cada empresa se haga dueña de ese aspecto del negocio inmobiliario, tanto como de las normativas.

En un momento de discrepancias con la operatoria, todo lo que se hace en dirección de generar confianza para el clientes, es bienvenida por las inmobiliarias, históricamente, algunas de esas acciones fueron el CEDIN, el blanqueo, el cheque bancario para neutralizar los robos, la bancarización de alquileres para proteger la locatario.

La Cámara Inmobiliaria es el organismo encargado de regular y desarrollar la actividad del sector. Los principios fundamentales se imparten en cursos de corretaje y los agentes inmobiliarios reciben una certificación para operar cuando cubren todo el proceso de formación que implica regular la conducta de los asociados y promover el crecimiento del sector, que principalmente implica satisfacer las necesidades del mercado incluyendo situación económica coyuntural, políticas económicas locales e internacionales.

La actividad del agente inmobiliario consta de un abanico de posibilidades. Compra, venta, créditos, préstamos, hipotecas, alquileres, tasación, permutas, impuestos, peritajes son actividades que requieren de un buen conocimiento del negocio, lograr una operatoria satisfactoria, tanto para el cliente como para la inmobiliaria es el objetivo específico.

El corretaje inmobiliario es un servicio y como tal, depende en muchos aspectos de cualidades personales, las cuales son difíciles de aprehender y de ello depende el éxito del negocio, de la calidad personal del agente se construye el bien más preciado de la inmobiliaria, la confianza.

Las obligaciones del agente inmobiliario va más allá de sus funciones normadas por las Cámaras o los Colegios, es un sistema de ética que nunca ha pasado de moda.

Información, capacitación y ética son los valores que mejor describen al agente inmobiliario, en el mundo de los bienes raíces en cada operatoria se ponen a prueba estas capacidades.

En el negocio inmobiliario se crece y se acompaña el prestigio con la actuación personal, el compromiso es una parte tan importante como sostener las normativas de regulación del sector.

Los profesionales inmobiliarios establecen principios de competencia y colaboración entre colegas aunque no pertenezcan a la misma empresa, nunca tan vigente la cita, hoy por ti, mañana por mí.

En toda empresa inmobiliaria hay un código explícito que involucra las relaciones de las que depende la calidad de la atención, relaciones con el público, con clientes, colegas, instituciones, en todos los casos no se puede dejar de lado el profesionalismo lo que le da al agente un sesgo de profesión que permanece siempre, aún en acciones cotidianas que no tienen que ver con alguna operatoria.

El conocimiento del mercado, los temas de materia impositiva, regulaciones del estado, coyuntura económica van de la mano de una objetivo común, la satisfacción del cliente así como de la empresa para la cual trabaja.

La práctica de la profesión se ve impactada fuertemente por la competencia que propone la tecnología con el accesos a la comercialización de inmuebles en cualquier parte del mundo, lo que hace que haya que combinar procedimientos locales con extranjero y el mundo del conocimiento se vuelve un invaluable elemento de éxito personal.

La palabra clave para un agente inmobiliario en la actualidad es la ética, más allá de las normativas y del exceso de información.

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