James Joyce y Simónides de Ceos 5/24/2023
Danilo Albero Vergara Escritor argentino
Literatura latinoamericana, ensayos literarios, relatos, literatura hispanoamericana

A comienzos del capítulo 3 del Ulysses, el joven Stephen Dedalus recorre la playa de Sandycove, en Dublín, mientras, en un monólogo interior, comienza su trayecto con la reflexión sobre la: “Ineluctable modalidad de lo visible”. Esta teorización la desarrollará en la deriva de su caminata y recuerdos, muchos de ellos acompañados de imágenes, a veces cómicas, de su vida, cultural y religiosa. Resumen de su niñez y adolescencia, enseñanzas recibidas en la primaria y secundaria en un colegio jesuita, que en algún momento lo hicieron pensar en ser sacerdote. Y así continúa hasta llegar a su pasado más reciente.

Ya en el segundo párrafo de este paseo por la playa y reminiscencias, en su meditación le acuden dos vocablos en alemán relacionados con dos maneras de ver: nacheinander y nebeneinander. Maneras de ver -en varios de sus sentidos: percibir con la vista y la inteligencia, considerar, examinar- que superponen las imágenes de las escenas que va captando en su caminata con las que fluyen de sus recuerdos y que indicarán el desarrollo de este capítulo.

En el siglo V a.C., el poeta griego Simónides de Ceos sentó las bases de la relación entre imagen y escritura, con su reflexión, “la pintura es poesía silenciosa y la poesía una pintura que habla” -relacionadas con los vocablos nacheimander y nebeneimander que acuden al pensamiento de Stephen- este concepto sólo fue posible junto con el desarrollo y difusión de la práctica de la escritura y, por ende, de la lectura. Cuatro siglos después de Simónides, el poeta Horacio desarrolla esta idea en su Arte poética, que se puede sintetizar con la sentencia “Ut pictura poesis” (así como la pintura es la poesía).

De esta manera, la escritura ha dado un paso fundamental, ahora es una techné, es decir técnica o arte -para la RAE: “Capacidad, habilidad para hacer algo”-. Ahora la actividad del poeta, cuya herramienta de trabajo es la palabra, pasa a ser relacionada o identificada con las actividades manuales, como la de un carpintero, albañil o escultor. El ejercicio de la escritura se profesionaliza y la actividad se torna un modo de ganarse la vida, pane lucrando. Así, nueve siglos después de La Ilíada y Odisea, la epopeya Eneida de Virgilio, ha perdido el sentido de la épica homérica -el modelo seguido-, ya que fue escrita por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar su imperio y atribuirse un origen divino, emparentado con los dioses del Olimpo.

Así, la trascendente observación de Simónides, elaborada por Horacio, muestra un giro en la concepción de la labor creativa de la poesía en la Grecia clásica, que deja de tener un carácter sagrado de inspiración sagrada -tal el caso de la poesía homérica-, y la pervivencia de los relatos deja de depender del ejercicio de la memoria para ser fijados por palabra escrita, surge otro concepto “verba volant, scripta manent”.

Siguiendo con la relación imagen y escritura en el paseo de Stephen, el próximo paso nos lleva dieciséis siglos después de Horacio. En 1776 se publica Laocoonte o sobre los límites en la pintura y la poesía, del dramaturgo y crítico alemán Gotthold Epharim Lessing quien se propuso distinguir los temas propios de la poesía: “En un caso, la acción es visible y progresiva, sus diferentes partes se suceden una tras otra (nacheinander) en una secuencia de tiempo, y en el otro la acción es visible y estacionaria, sus diferentes partes se desarrollan en coexistencia (nebeneinander) en el espacio”. Lessing da a entender que el primero es el tema de la poesía y afirma que fluye en el recitado, el segundo es el tema de la pintura.

Así, en el segundo párrafo del capítulo 3 del Ulysses, James Joyce, citando a Lessing, hace decir a Stephen Dedalus quien, con los ojos cerrados cuenta sus pasos: “Un cortísimo paso de tiempo. Cinco, seis: el nacheinander. Abre los ojos. No. ¡Dios mío. Si me cayera por una escollera que avanza sobre su base, caería a través del nebeneinander”.

Ciento veintiocho años después del Laocoonte…, un 4 de junio de 1904, entre las 10 y las 11 de la mañana, en una playa de Dublín, Stephen Dedalus continúa con la sentencia de Simónides de Ceos, y de alguna manera abre otra punta de reflexión. El monólogo interior, intermediado por la palabra escrita, capaz de fijar algo tan voluble como el fluir del pensamiento; Los molinos de tu pensamiento como dice el tema musical de la película El affaire de Thomas Crown (1968): “Redondo como un círculo en una espiral / Como una rueda dentro de una rueda / Sin fin ni comienzo / En un carrete siempre girando”.

Veinticinco siglos después de Simónides de Ceos, la palabra escrita de James Joyce, atrapa imágenes del pensamiento y las fija, en un período acotado de tiempo, que demora, al leerlo en voz alta, el lapso transcurrido en el capítulo. Una hora.

 





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