Por norma general, nos preocupa nuestro pelo. Nos gustaría disponer siempre de un porcentaje económico mensual para adquirir todos esos productos que a corto, medio y largo plazo nos permitirán tener un pelo lustroso sea cual sea su tipología y aspecto actual. Tal vez nos guste largo o corto, rapado a medias o del todo, tintado con colores de fantasía o natural, etc. En todos esos casos, necesitamos, como mínimo, un buen champú, un acondicionador eficaz y una mascarilla hidratante a medida. No faltan espacios donde adquirirlos, empezando por los propios supermercados; pero si queremos empezar a tomarnos en serio el cuidado del pelo, sería mejor buscar en internet.

Porque entonces, tal vez, descubramos que es posible encontrar un champú natural. O varios, ya que, por suerte, cada vez hay más nicho de mercado de personas preocupadas por los productos sin químicos, y por lo tanto cada vez más marcas, más o menos conocidas, más o menos exclusivas, se animan a promocionarlos y venderlos. Junto al champú, claro está, deberíamos animarnos a adquirir también alguno de los complementos anteriormente señalados.

Una mascarilla natural para el pelo nos lo mantendrá hidratado si mantenemos una aplicación periódica y disciplinada, pero, además, por añadidura no le estaremos aportando agregados artificiales agresivos. Si estos argumentos, ya de por sí contundentes, no bastan, tal vez nos interese saber que los productos capilares de composición natural son respetuosos con el planeta, como no podía ser de otro modo. Seguramente nos preocupa la contaminación, reciclamos y evitamos por todos los medios empeorar la crisis climática, una fuente de ansiedad que no necesitamos ahora que lidiamos con pandemias e incluso con guerras.

Por tanto, los champús, los suavizantes o las mascarillas hidratantes, sean estándar o hayan sido diseñadas como tratamiento para la caída del cabello u otros más específicos, nos ofrecen, por un lado, un completo y fundamental cuidado de nuestro pelo al margen de la acción nociva de las industrias; y por otro, una forma ética de vivir en el mundo e interactuar con él. Dos motivos que, sin duda, bastan para convencernos de su extraordinaria utilidad.