El conventillo 1 3/2/2020
Danilo Albero Vergara escritor argentino
Literatura latinoamericana, relatos, ensayos literarios

Aluisio Azevedo, (1857-1913), fue dibujante, escritor y diplomático. Su último destino fue en La Plata donde falleció. La extensa obra obedeció a un proyecto narrativo de crear un universo novelístico al estilo de Honoré Balzac o Émile Zola y es el primer escritor naturalista brasileño por proyecto y calidad estética. Una de sus obras más relevantes es El conventillo (O cortiço, 1890), donde glosa los patrones de La taberna en clave tropical a la vez que crea un personaje literario arquetípico de la novelística brasileña: la mulata Rita Bahiana, que Jorge Amado repetirá hasta fatigarlo en muchas de sus novelas -entre otras Doña Flor y sus dos maridos, Teresa Batista cansada de Guerra y Tieta de Agreste-. Rita Bahiana, una feminista avant la lettre, es una mujer independiente sensual, y liberal en su vida íntima, sumada a estas dotes, es solidaria con las mujeres y desvalidos y una reputada cocinera.

 

Nuestra edición

 

            Para la presente traducción de El conventillo se ha utilizado la edición de Editora Atica, São Paulo, 1996, cotejada con la original de B.L. Garnier, Río de Janeiro 1890, editada y anotada por Rui Mourão.

            Puesto que esta no es una edición crítica, se ha tratado de reducir el empleo de notas al pie y el uso obedece a la necesidad de aclarar algunos datos de contexto que el lector no conocedor del período y de la historia brasileña pudiera ignorar: personajes y costumbres de Río de Janeiro en los últimos años del Imperio de Dom Pedro II (1840-1889), en vísperas de la abolición de la esclavitud, la llamada Ley Aurea (1888). Es bueno tener presente que esta novela y los hechos en ella relatados son contemporáneos con los sucesos históricos.

            Se han dejado en portugués los nombres propios e hipocorísticos, también algunas palabras que se repiten a lo largo del texto. Alguna no tienen equivalente en español y su traducción obligaría a circunloquios o a definición extensa; por lo tanto se escriben en itálica y su significado o significados se aclaran en notas al pie. Dentro de estas palabras, la importante es cortiço, que da título al libro en portugués: O cortiço, y que no tiene equivalente en español, por eso se optó por El conventillo. El cortiço es un tipo especial de conventillo estructurado como un pequeño barrio cerrado, con pequeñas casuchas de uno o más cuartos y sin servicios sanitarios privados -agua y retretes-; por lo tanto hemos optado por utilizar conventillo.

 

 

El conventillo

 

“Periculum dicendi non recuso”[1]

 

Cicerón

 

“La verité, toute la verité, rien que la verité”[2]

 

Droit Criminel

 

“O meus honrados colegas do jornalismo, e todos esses grandes publicistas que fatigam o céu e a terra para provar que ésta en que estamos é a verdadera época de transição, esses nos dirão se a Providência andaría bem ou mal se hoje se suscitasse un novo Timon da verdadeira raça dos fúrias, que com as pontas viperinas do azorrague vengador lacerasse sem piedade os crimes e os vicios que a desonram”[3].

 

JOAÕ FRANCISCO LIBOA

Jornal de Timon, Prospecto

Obras completas, 1º volume, página 12.

 

“Un Oyseau que se nomme cigale estoit en un figuier, et François tendit sa main et apella celluy oyseay, et tantost il obeyt et vint sur sa main. Et il lui deist: Chante, ma seur, et loue nostre Seigneur. Et adoncques chanta incontinent, et ne sen alla devant quelle eust congé”.

Jacques de Vorágine.

La Légende Dorée. Traduction fraçaise.[4]

 

 

Capítulo I

 

            João Romão fue, de los trece a los veinticinco años, empleado de un ventero que se enriqueció entre las cuatro paredes de una sucia y oscura taberna en los recovecos del barrio de Botafogo; y tanto economizó de lo poco que ganó en esa docena de años que, al retirarse para volver a su tierra, el patrón le dejó como pago de los sueldos atrasados no sólo la venta con todo lo que tenía adentro sino también un conto[5]y medio en dinero.

            Propietario y establecido por su cuenta, el joven se dedicó al trabajo con más ardor todavía, siendo poseído por tal delirio de enriquecerse que afrontaba, resignado, las más duras privaciones. Dormía sobre el mostrador de la venta, encima de una estera, usando como almohada una bolsa de arpillera rellena de paja. Por cuatrocientos réis[6] al día le traía la comida una puestera vecina, Bertoleza, crioula[7] treintañera esclava de un viejo ciego, residente en Juiz de Fora y amancebada con un portugués que tenía un carro de mano y hacía fletes en la ciudad.

            Bertoleza también trabajaba duro, su quitanda[8] era la más concurrida del barrio. Por la mañana vendía angú[9] e iscas[10] de hígado; le pagaba a su dueño por jornada de trabajo el equivalente de veinte mil réis mensuales y, a pesar de eso, había juntado casi lo necesario para pagar su manumisión. Pero un día, su hombre, después de correr media legua tirando una carga superior a sus fuerzas, cayó muerto en la calle, al lado de su carro, reventado como una bestia.

            João Romão se mostró muy solidario con esta desgracia, compartiendo los sufrimientos de su vecina, y con tanto empeño la consoló que la buena mujer lo tomó de confidente para sus desventuras. Se sinceró con él y le contó su vida de disgustos y dificultades. “¡Su amo se la comía viva! ¡No era fácil para una pobre mujer tener que largar todos los meses veinte mil réis en efectivo!” Y le secreteó lo que había juntado para su libertad y acabó pidiéndole al ventero que le guardase sus ahorros, porque ya le habían robado unos rateros que entraron a su quitanda por los fondos.

 

(Continuará)

 

 

[1] No recuso a discurrir de cosas peligrosas.

[2] La verdad, toda la verdad, sólo la verdad.

[3] "Mis honrados colegas periodistas, y todos los especialistas en derecho público que fatigan cielo y tierra para demostrar que esta, en la que estamos, es la verdadera época de transición, estos nos dirán si la Providencia andaría bien o mal si hoy se levantase un nuevo Timón de la auténtica raza de las furias, que con las puntas viperinas del zurriago vengador lacerase, impiadoso, los crímenes y los vicios que la deshonran."

[4] El fragmento corresponde a La leyenda dorada de Jacobo de la Vorágine, al capítulo de la vida de San Francisco de Asís. Su traducción aproximada sería: “Un pájaro llamado cigarra estaba en una higuera, Francisco extendió su mano y lo llamó, él obedeció y vino a posarse en su mano. Y él le dijo: “Canta mi hermana, y alabe a nuestro Señor. Ella cantó de inmediato y no se retiró hasta que tuvo el permiso de hacerlo.

[5] Antigua manera de contar el dinero en Brasil, un conto equivalía a un millón de réis.

[6] Reales, unidad monetaria.

[7] Crioulo, a: Negro o mulato nacido en el país.

[8] Pequeña tienda donde se venden mercaderías verduras o comida elaborada.

[9] Plato típico hecho de harina de maíz (fubá), en este caso similar a la polenta, pero también de harina de mandioca o arroz.

[10] Tiras de carne salteadas o fritas, condimentadas con salsa picante.

 

 

 


literatura literatura latinoamericana literatura sudamericana literatura sudamericana
Danilo Albero Vergara escritores argentinos escritores latinoamericanos novelas de escritores argentinos